MILITARIZACIÓN DE MEXICO

19 / 09 / 2022
Unitierra Oaxaca

Relatoría del 14-09-2022 – Caminos de la autonomía bajo la tormenta

Empezamos el conversatorio reflexionando cómo la militarización, mercado y violencia generalizada siguen el mismo camino. De hecho, como Raúl Romero escribió en el artículo de la Jornada, la militarización ayuda a las empresas y sus negocios, como está pasando ahora en Yucatán con el Tren Maya.

Podemos encontrar el comienzo de la militarización de México en el 1968, cuando el gobierno de los Estados Unidos exigió con en el Plan Cóndor, que México limitara las protestas estudiantiles, porque estas se dirigían hacia el comunismo. Cabe destacar que el gobierno de los Estados Unidos propuso de utilizar medidas que fueran drásticas para contrarrestar los movimientos sociales: en aquel entonces nacieron grupos paramilitares, los rompes huelgas (como el Batallón Olimpia) que se unieron a los militares. La militarización siempre fue para reprimir a los movimientos sociales.

De hecho, los militares defienden la política neoliberal, sobre todo en los momentos de protesta. El gobierno pone a los militares en las calles sin que haya una verdadera guerra y donde hay conflictos comunales hay gran presencia militar: existe una estrecha relación entre militarismo y mercado, siempre están juntos. Nos vendieron que el mercado es mejor del estado en manejar el mercado mundial cuando en vez son las empresas quienes mantienen la militarización, y los gobernantes ya son administradores de las empresas.

La deuda del ejército con el pueblo es de 80.000 muertos y 100.000 desaparecidos solamente durante la administración de Felipe Calderón

¡Mexicanos al grito de guerra! Es así como se celebra en el día patrio, pero aquí no tenemos guerra. La revolución la hizo el pueblo y ahora, desafortunadamente, es el presidente que hace el grito, el cual no representa el pueblo y solo defiende a las empresas. De hecho, la sangre fue del pueblo, el pueblo fue quien independizó a México.

Además de una clara relación entre mercado, violencia y militarización, dentro del ejército se refleja el patriarcado, un patriarcado muy violento que antes de salir a las calles está en nuestras casas. Los militares, como otros cargos públicos, tienen este mandato de masculinidad que nos atraviesa a todos todas y todos: esta masculinidad tóxica hizo que una parte de hombres se masculinizan a lo máximo para sobrevivir, hombres que la sociedad pide como hiper masculinos y que lo demuestren siempre.

El militarismo queda no solamente en la calle sino en nuestro cuerpo. Nos han acostumbrado a una constante guerra, donde cada uno de nosotros pierde. De hecho, el himno es una violencia simbólica donde cada día estamos en guerra y somos los luchadores y los combatientes.

Reflexionando sobre los orígenes del militarismo, llegamos a la hipótesis que la moral judeocristiana nos puso en el sentido del policiaco, del punitivo (militarizando el punitivo).

Además, hay que preguntarse: ¿Quiénes están en las cárceles? Y ¿Quién pensamos como presos? ¿Quiénes son los militares, que piel traen? ¿Qué serían sin ser militares?

Es importante conocer y sacar estos estigmas que a menudo persisten en los órganos policiacos; humillar públicamente y denunciar podrían ser acciones útiles para que los militares y los policías no se aprovechen del poder otorgado por el estado.

Hablar de militarización es hablar de violencia como nos enseña la masacre de Nochixtlán del 2016. Después de muchos heridos y muertos, los medios oficiales dijeron que no hubo heridos, esta violencia sistémica fue tan fuerte que penetró a la comunidad que ya quería linchar a policías que iba agarrado.

La violencia se materializa ya en los varios espacios: históricamente en Chiapas muchos de los grupos paramilitares nacieron por personas corridas por las comunidades, donde la pena más grande era sacarlos de la comunidad. La militarización aumenta las heridas del pueblo, es experimento que hasta siete generaciones de ratones reaccionan a un trauma. La militarización es un trauma que se transmite por generaciones y emperna al territorio.

¿Cómo hacer nuestro espacio libre de violencia, hacerlos espacios de paz? Cuando hasta pasa que los presidentes compren armas para que los pueblos se luchen entre sí.

Cada objeto lleva un símbolo y en los últimos tiempos estamos acostumbrados a ver objetos de violencia: ya no le hagamos caso. También las palabras tienen siempre más un sentido bélico, como: target, atrincherarse etc… ¡Las palabras nos dan una percepción de la realidad!

En un panorama tan aterrador, la pregunta que surge es ¿Qué hacer?

Se enfrenta a la militarización con la reconstrucción a través de la autonomía, del pensamiento crítico, las labores de las mujeres. Ya que la estructura no funciona hay que construir comunidades autónomas.

Terminamos el conversatorio convencidos de que hay que cuestionar las viejas categorías: izquierda, comunismo, activismo etc.… como nos sugiere Raúl Romero, y que sería importante reflexionar cómo muchos espacios son violentados por los mismos compas o por las personas que nos están más cercanas. Revolución, una palabra que ya no es la misma y no está funcionando como en otros tiempos, podría significar propio este camino.

Las fórmulas ideológicas de nuestros padres ya son otras. ¿Hay que cambiarles el nombre? ¿Se deben de cambiar? Como Unitierra estamos convencidos que un verdadero cambio se pueda lograr a través del compartir y de la no jerarquía: de la horizontalidad que se mueve como las olas del mar o como las montañas.

Desafortunadamente, o afortunadamente, no hay recetas.

Imagen tomada de: https://elpais.com/especiales/2016/nochixtlan/

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